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Foto del escritor Liliana Méndez Ebra

¿QUÉ DESEAS PARA ESTA NAVIDAD?



Proverbios 23:26 Nueva Traducción Viviente

26 Oh, hijo mío, dame tu corazón; que tus ojos se deleiten en seguir mis caminos.


Leyenda de Los Tres Árboles

Había una vez tres árboles en una colina de un bosque, hablaban acerca de sus sueños y esperanzas. El primero dijo: — Algún día seré un cofre de tesoros. Estaré lleno de oro, plata y piedras preciosas. Estaré decorado con labrados artísticos y tallados finos; todos verán mi belleza.


El segundo árbol dijo, — Algún día seré una poderosa embarcación. Llevaré los más grandes reyes y reinas a través de los océanos, e iré a todos los rincones del mundo. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza, fuerza y mi poderoso casco.


Finalmente, el tercer árbol dijo: — Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de todos los árboles en el bosque. La gente me verá en la cima de la colina, mirará mis poderosas ramas y pensaran en el Dios de los cielos, y cuan cerca estoy de alcanzarlo. seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente siempre me recordará.


Después de unos años de que los árboles oraban para que sus sueños se convirtieran en realidad, un grupo de leñadores vino donde estaban plantados ellos.  El primer leñador se quedó prendado del primer árbol que vio; y dijo:

— Este parece un árbol fuerte, creo que podría vender su madera a un carpintero, y comenzó a cortarlo. El árbol estaba muy feliz debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en un cofre para tesoros.


El segundo leñador dijo mientras observaba al siguiente árbol:

— Parece un árbol fuerte, creo que lo podré vender al carpintero del puerto. El segundo árbol se puso muy feliz porque sabía que estaba en camino a convertirse en una poderosa embarcación.

El ultimo leñador se acercó al tercer árbol; este estaba muy asustado, pues sabía que, si lo cortaban, su sueño nunca se volvería realidad. El leñador dijo entonces: — No necesito nada especial del árbol que corte, así que tomaré este. Y cortó el tercer árbol.

Cuando el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un cajón de comida para animales y puesto en un portal lleno paja. Se sintió muy triste pues eso no era por lo que tanto había orado.


El segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña balsa de pesca, ni siquiera lo suficientemente grande para navegar en el mar, y fue puesto en un lago. Y vio como sus sueños de ser una gran embarcación cargando reyes había llegado a su final.


El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la oscuridad de una bodega. Años más tarde, los árboles olvidaron sus sueños y las esperanzas por las que tanto habían orado.


Entonces un día un hombre y una mujer llegaron al portal. Ella dio a luz un niño, y lo coloco en la paja que había dentro del cajón en que fue transformado el primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna para su bebe, pero este cajón tendría que ser suficiente.  El árbol sintió la importancia de este acontecimiento y supo que ese día había acogido al más grande tesoro de la historia.


Años más tarde, un grupo de hombres entraron en la barca en la cual habían convertido al segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en la barca. Mientras ellos estaban en el agua una gran tormenta se desato y el árbol pensó que no sería lo suficientemente fuerte para salvar a los hombres.

 

Los hombres despertaron al que dormía, este se levantó y dijo con voz potente: —»¡Calma! quédate quieto!», y la tormenta y las olas se detuvieron. En ese momento el segundo árbol se dio cuenta de que había llevado al Rey de Reyes y Señor de Señores.


Finalmente, un tiempo después alguien vino y tomó al tercer árbol convertido en tablas.

Fue cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina.


Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta de que él fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la Cima de la colina, y estar tan cerca de Dios como nunca, porque Jesús había sido crucificado en él. Y desde ese momento, la gente siempre lo iba a recordar.

 

 

Encontré esta historia hace muchos años.  Y aún tiene el mismo efecto en mi vida de cuando la leí por primera vez.  Cuando era pequeña, y el que ha leído mis libros lo sabe, yo quería ser vaquera y bailarina de ballet.  Bien ecléctica yo.  Al pasar de los años estos anhelos infantiles fueron olvidados y otros, más reales ocuparon su lugar.  Me imagino que todos de alguna forma u otra han pasado por algo similar.


Sin embargo, querido lector, a diferencia de estos tres arbolitos probablemente en nuestros sueños no tomábamos en consideración al Señor.  Descubrimos en la historia que estos arbolitos, sí oraban a Dios para que cumpliera sus deseos.  POR SUPUESTO, sus oraciones iban encaminadas en que Dios cumpliera sus propios anhelos.  Estos sueños no eran los que agradarían a Su Creador, no eran los más apropiados para su especie, ni los que serían de gran bendición para los habitantes del bosque.  ¡NO!, los arbolitos querían lo que querían basado en sus fantasías, sus deseos de ser notados, reconocidos, y admirados. 


RESULTA que, algunos de los miembros de la Familia de la Fe, al igual que los arbolitos, sueñan con ser reconocidos y admirados dentro del cuerpo de Cristo.  No importa que no entonen ni una nota, y hacen que el pobre director del coro pierda sus cabellos al halarlos y suplicarle a Dios que “abra el entendimiento” del hermanito.  Otros quieren predicar, no en la esquina de la calle, donde hay tanta necesidad, NO… quieren predicar desde el púlpito de su iglesia.  Pocos ven el lavar ventanas e inodoros, virtud alguna.  Nadie quiere achicharrarse ayudando en el parking de la iglesia.  Y que trabajo cuesta visitar a los enfermos y llamar a los que se ausentan.  ¿No te parece querido lector que nos parecemos mucho a estos tres arbolitos?  El jardinero del bosque tomó cuidado en sembrar a cada árbol en el lugar adecuado, de acuerdo a sus características y de acuerdo al plan perfecto.  En ese lugar, los arbolitos tendrían sol y lluvia de acuerdo a su necesidad.  El terreno estaría fértil para que se fortalecieran hasta alcanzar la madurez necesaria para el destino que Dios les había encomendado.

 

Los planes del Señor son increíbles, insospechados, a veces locos… pero siempre perfectos.  El Señor conoce nuestro corazón y nuestro deseo genuino de servirle.  Él sabe tus fortalezas, cuántas veces ha tenido que podarte las ramitas rebeldes; ¡UFF! … y cómo duele esa tijera decidida a quitar todo lo que estorba para alcanzar lo que El Maestro quiere lograr de ti!

 

PERO, a veces se cuela en algún corazón la errada idea que de nosotros sabemos más que Dios.  Mezclamos nuestros deseos con lo que creemos es lo que El Señor necesita.  Estamos tan seguros de que esa voz en nuestra cabeza que nos dice que vamos a tener un gran ministerio es de Dios, que buscamos confirmación en algunos que están tan perdidos como tú.  Esos que se autodenominan profetas, cuando El Dios del Cielo no los ha llamado a esta posición.  Y así nuestra iglesia se ha tornado en un área de confusión, de malestar y de falta de visión y paz.

 

El Dios que te hizo, te conoce y sabe lo que quiere hacer contigo y por ti.  No necesariamente es lo que tu has anhelado y soñado, pero te aseguro es lo mejor.  Los arbolitos que querían recibir honor y honra por su fuerza, belleza y tamaño, fueron parte de la historia más importante de la humanidad.  Haber arrullado al tierno Salvador, haber participado de los milagros más impactantes que hizo Jesús y finalmente, haber cargado Su cuerpo mientras cumplía Su Llamado y coronaba el Plan de Dios para nuestro perdón y salvación, sin duda fue mucho más de lo que sus sueños hubiesen podido anticipar.

 

Hoy, tú y yo, posiblemente estemos también sembrados en lugares donde Dios nos ha plantado.  Estás pensando que esta no es tu iglesia.  Que aquí no te dejan crecer, no te dejan decir ni un amén.  Pide dirección al que te plantó allí.  Es posible que esté podando tus ramitas rebeldes, es posible que necesites más alimento para estar fortalecido.  Lo cierto es que sólo nos movemos “cuando la nube de día y la columna de fuego de noche se mueven”.  Y tú que te has empeñado en ser líder la iglesia porque crees que lo puedes hacer mejor que la hermana “trucutú”.  ¿No has pensado que el mejor líder es el que sabe someterse a las reglas, a seguir instrucciones, a esperar con alegría el momento de poder servir y poner todo el empeño para que todo salga bien?

 

OYE, todos tenemos sueños…. Eso es natural y saludable.  Lo que es peligroso es forzar tu sueño por encima de lo que El Señor tiene para ti.  Yo tuve el sueño de ser Pastora mientras durara mi vida.  Y no fue así.  Cuando llegó el momento de dejar atrás mi amada iglesia y mi familia de la fe, yo pude haberme aferrado; pero comprendí que, si había orado para que El Señor ensanchara mi territorio, tenía que seguir sus planos, sus trazos, y así con dolor dejé atrás parte de mi vida.  PERO, hoy cuando miro hacia atrás y recuerdo mis lágrimas y mis preguntas al Señor no puedo sino ALABARLO¿QUIÉN MEJOR QUE ÉL para conocer el camino?  Si es que Él tiene el mapa y la brújula.  Más de 20 años después, he tenido las experiencias más espectaculares del mundo.  Mis sueños jamás habrían alcanzado tal resultado.  Ministerios, libros publicados, participaciones en agrupaciones y orquestas, enseñanzas de la Palabra de Dios y tantas otras bendiciones que ni las soñé, ni las imaginé, ni las merezco.

 

PERO… no busques que tu vida sea espectacular por lo que hagas; no anheles el ser reconocido, o admirado… LO ÚNICO QUE TU ALMA Y TU MENTE TIENEN QUE ANHELAR ES COMPLACER A NUESTRO SEÑOR.  Lo único que es importante para la eternidad es HACER SONREÍR A NUESTRO REY.  Si esto no es lo que te mueve… entonces necesitas sentarte, ser alimentado, ser podado y fortalecido para la misión que El Señor tenga para ti.  Si tu corazón no está en la disposición correcta… podrás cantar como los ángeles, predicar palabras hermosas, ¡PERO NO SERÁS RECONOCIDO POR EL ÚNICO QUE CUENTA, DIOS!


TE HICE UNA PREGUNTA CUANDO COMENZAMOS EL ESTUDIO…¿QUÉ QUIERES PARA ESTA NAVIDAD?

 

En cuanto a mí, yo estoy clara… yo quiero servirle hasta que no tenga aliento de vida.  Yo quiero morir “con las botas puestas”, pero más que nada yo quiero estar “sembrada” donde El Señor sepa que puedo dar frutos.  No hay nadie que me conozca como Él.  No hay nadie a quien yo quiera agradar más que a Él y cuando finalmente nos encontremos cara a cara, quiero que Su Amor me haga entender que estuve, fui, me moví o me quedé… siempre porque Él me dirigió.       

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