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Foto del escritor Liliana Méndez Ebra

HOLA, JESÚS… SOY YO PARA REPORTARME…

(Basado en Mateo 6:5-15)

 

ILUSTRACIÓN -


Una vez un sacerdote estaba dando un recorrido por la iglesia al mediodía y al pasar por el altar se quedó cerca para ver quién había venido a orar.  En ese momento se abrió la puerta; el sacerdote frunció el entrecejo al ver a un hombre acercándose por el pasillo.  El hombre estaba sin afeitar desde hacía días, vestía una camisa rasgada, tenía el abrigo gastado con bordes comenzándose a deshilachar.  El hombre se arrodilló, inclinó su cabeza para rápidamente levantarse e irse.

 

        Durante los siguientes días el mismo hombre, siempre al mediodía entraba en la iglesia cargando una maleta, se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir.  El sacerdote un poco temeroso empezó a sospechar de que se trataba de un ladrón, por lo que un día lo esperó en la puerta de la iglesia y cuando el hombre se disponía a salir le pregunto… ¿qué haces aquí?  El hombre dijo que trabajaba cerca y sólo tenía media hora libre para el almuerzo; aprovechaba ese momento para venir a orar.  “Solo me quedo unos instantes, sabe, poque la fábrica en la que trabajo queda un poco lejos; así que solo me arrodillo y digo:


“Señor solo vine nuevamente para contarte cuan feliz me haces cuando me liberas de mis pecados… no sé muy bien rezar, pero pienso en Ti todos los días... así que Jesús, este es Jim para reportarse.”


El Padre sintiéndose un tonto, le dijo a Jim que estaba bien y que era bienvenido a la iglesia cuando quisiera.  El sacerdote se arrodilló ante el altar, sintió derretirse su corazón con el gran calor del amor y tuvo un hermoso encuentro con Cristo.  Mientras lágrimas corrían por sus mejillas en su corazón repetía la plegaria de Jim:


“Solo vine para decirte, Señor cuan feliz fue desde que te encontré a través de mis semejantes y me libraste de mis pecados… no sé muy bien como orar, pero pienso en Ti todos los días…así que Jesús, soy yo para reportarme.”  Cierto día el sacerdote notó que el viejo Jim no había venido en días, preocupado fue a la fábrica y allí le informaron que estaba hospitalizado y muy enfermo.  La semana que Jim estuvo en el hospital hubo muchos cambios, la Enfermera en Jefe no dejaba de preguntarse por qué Jim, a quien nadie visitaba, siempre estaba sonriente y feliz.  Al visitarlo el sacerdote, éste le contó que la Enfermera en Jefe le había comentado que nadie había ido a verlo.  No le habían enviado flores ni tarjetas, y aún así Jim siempre estaba rebosante de felicidad.  Por su parte Jim, quien se mostró sorprendido por las palabras de la enfermera, reaccionó al sacerdote explicando que ésta se equivocaba.  Según Jim, “todos los días, precisamente al mediodía, un querido amigo viene, se sienta aquí en la cama conmigo, me agarra de las manos, se inclina sobre mí y me dice: Solo vine para decirte Jim, cuan feliz he sido desde que encontré tu amistad y te liberé de tus pecados.  Siempre me gustó oír tus plegarias, pienso en ti cada día, así que Jim, ESTE ES JESÚS REPORTÁNDOSE.


Esta historia la compartió conmigo una compañera de trabajo el 7 de septiembre de 2021.  Por poco infarto cuando miré la fecha porque en el momento de escribir este estudio es 7 de septiembre (en español el día se coloca antes del mes, o sea hoy sería 7/9, pero en ingles el mes se coloca al frente, o sea 9/7.  Por unos segundos pensé que era el mismo día, solo que 23 años después.  Lo maravilloso de la PALABRA y de la fórmula para comunicarnos con El Señor es que permanece inalterable.  Es decir, que el principio que aprendimos con la historia de Jim es vigente hoy día.

 

De hecho, aunque Jim en la historia creía no tener la instrucción correcta de cómo orar, su comunicación con Dios logró ser perfecta.  En la Biblia encontramos un modelo de oración dado por el mismo Jesús:


Mateo 6:5-13 Reina-Valera 1960

5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.  7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

 

 

EL MODELO… EL PADRE NUESTRO –

 

Fíjate que del versículo 5 al 13 tenemos todo lo que a Dios le desagrada acerca de “la oración”.  JAMÁS OLVIDES que tu oración al único que debe mover es al Señor”.  Cuando oramos en público lo único que se espera es que dirijas la oración de los que contigo están.  Pero tus palabras, tu pasión, tu foco TIENE QUE SER DIOS.  También encontramos este modelo de oración en Lucas 11:2-4


PADRE NUESTRO –

 

La palabra PADRE se repite muchas veces a través de la Biblia.  En la revisión de la Reina Valera del 1960, la palabra padre aparece 1,420 veces.  Sin embargo, no se utiliza para referirse al Señor todas estas veces.  No obstante, comparto contigo alguna de las instancias en que la palabra Padre se refiere a nuestro Dios:


  • En el salmo 68:5 se describe al Señor como “Padre de huérfanos y defensor de viudas”


  • El salmo 103:13 dice:

“13 Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen.”


  • En Isaías 9:6, encontramos la descripción del Salvador como:  

Admirable, Consejero, Dios Fuerte, PADRE ETERNO, Príncipe de Paz.

 

La realidad es que, aunque todos somos sus criaturas, sólo los lavados en Su Sangre bendita podemos proclamar que somos Sus hijos:

 

Juan 1:12-13 Reina-Valera 1960

12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

 

Con esto te digo, querido lector que, para llamar Padre al Señor, tienes que haber pasado por el proceso de ADOPCIÓN, es decir, reconocerlo como Dios y Mesías, arrepentirte de tus pecados y recibir Su perdón.  Entonces… puedes acudir a Él como Padre.  El resto del tiempo, puedes acudir a Él como Creador.  Él jamás despreciará a nadie que trate de comunicarse con Él, pero solo como hijos y herederos podemos recibir todas las promesas que están disponibles en la Biblia.

 

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE –

 

Debemos acercarnos a Dios con adoración y reverencia.  Reverencia es mucho más que guardar silencio o estar solemne.

 

Reverencia es RECONOCER LA SANTIDAD DE DIOS.  Leemos en:


Isaías 6:1-7 Reina-Valera 1960

6 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. 5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

 

6 Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7 y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.

 

El Diccionario Teológico Beacon define reverencia como una actitud que expresa respeto, temor, cariño y veneración hacia una persona u objeto.  En nuestro caso, a nuestro Dios.  La reverencia, entonces, se extiende a todo lo que se considera divino.  Para nosotros, la reverencia se le rinde a DIOS (La Trinidad), a Su Palabra, Sus ordenanzas, Su Nombre, el Día del Señor y aún la casa de Dios donde adoramos. 

 

Es triste ver como el altar de algunas iglesias han dejado de llamar a la reverencia, cuando se utilizan para obras teatrales que provocan todo menos adoración.  Así mismo, música que no exalta al Señor, y hasta adornos que no hacen sino abaratar el lugar donde estamos convocados a mantener nuestro respeto y reverencial.  

 

VENGA TU REINO –

 

Orar así es orar por el regreso de Cristo.  La iglesia, o sea, tú y yo tenemos que vivir con la expectativa del regreso del Señor.  Él lo prometió y la Palabra nos recuerda que si no ha ocurrido es que todavía hay muchos que todavía no han escuchado LA PALABRA DE VIDA.

 

De hecho, Mateo 24 nos arroja luz acerca de esto:

 

Mateo 24:14 Reina-Valera 1960

14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

 

El último libro de la Biblia, Apocalipsis, nos resume la importancia de estar preparados porque en cualquier momento EL REY REGRESA.  

 

Apocalipsis 22:6 Reina-Valera 1960

6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.


Apocalipsis 22:7 Reina-Valera 1960

7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

 

Apocalipsis 22:17 Reina-Valera 1960

17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

 

 

HÁGASE TU VOLUNTAD –

 

La voluntad del Padre es que todos seamos salvos:

 

Juan 6:39-40 Reina-Valera 1960

39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

 

Y PENSAR QUE TODO COMIENZA CON:

 

Hola Jesús, soy yo para reportarme.  La comunicación, la relación íntima con El Señor es el principio de nuestra eternidad. 

 

 






REFERENCIAS:

Diccionario Teológico Beacon, Richard S. Taylor, et al; Casa Nazarena de Publicaciones, 1995

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