Isaías 1:19 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
"19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;"
ALGO SOBRE EL LIBRO Y SU AUTOR -
El libro de Isaías se escribió alrededor del 700 - 690 A.C. durante el tiempo en que él sirvió como Profeta de Jehová en Judá.
Su nombre significa "Jehová es Salvación"
El propósito del libro es, entre otras cosas, declarar el descontento de Dios por los pecados del pueblo (Judá e Israel), y las naciones vecinas. A la misma vez, el libro intenta persuadir al pueblo de apartarse de su desobediencia, a fin de evitar el desastre que se avecinaba. El libro está lleno de promesas para el remanente fiel del pueblo de Dios. Estas promesas se cifran en la restauración, redención y la venida del Mesías. Desde el Capítulo 1 al 39, encontramos señalamientos severos; mientras que del 40 al 66, están repletos de mensajes de consolación y esperanza.
A DIOS NO LO PODEMOS IMPRESIONAR CON VANOS RITUALES -
Isaías 1:11-15 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. 12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
En estos primeros versículos vemos lo poco que le merece al Señor los sacrificios y las ofrendas cuando realmente el pueblo le había dado la espalda. Por lo que leemos, estaban tan ciegos en su "adoración" superficial y sus rituales vacíos, que no se daban cuenta de lo lejos que estaban del corazón de Dios. El pueblo continuaba depositando su fe en los rituales de una religión muerta y no en el Dios a quien pretendían adorar.
Y es que Dios no se complace en nuestras expresiones externas, si falta la fe interna. Recordamos la parábola de Jesús en Lucas 18:9-14 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Jesús claramente hace una gran distinción entre la actitud del publicano y la del fariseo. El último ciertamente estaba cumpliendo con los rituales de la ley, pero su corazón estaba lejos del arrepentimiento necesario para presentarse delante de Dios. Éste realizaba los sacrificios requeridos, pero no tenía la motivación correcta. Jesús entonces apunta al publicano, aquel que era despreciado por sus conciudadanos, como el único que fue justificado. De hecho, la crítica a los fariseos como "sepulcros blanqueados" se repite a través del Nuevo Testamento. Al Señor no se le impresiona con las acciones, sino con la motivación de las mismas. 1 Corintios 13 nos recuerda que nuestra única motivación para el servicio debe ser EL AMOR.
LA FÓRMULA PARA AGRADAR A DIOS -
Isaías 1:16-20 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. 19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
El Profeta hace una lista de los elementos que agradan a Dios. Si nos fijamos bien, es la misma fórmula para hallar la Salvación de nuestras almas:
ARREPENTIMIENTO
Lavaos y limpiaos
Quitad la iniquidad de vuestras obras
Dejad de hacer lo malo - No volver a pecar
VIVIR EN OBEDIENCIA, VIENDO A NUESTRO PRÓJIMO COMO CRISTO LO HACE
Aprender a hacer el bien - NO ES SUFICIENTE no hacer el mal, sino que estamos convocados a hacer el bien. Dios le habla al pueblo acerca de la justicia social, que es tanto una responsabilidad del cuerpo de Cristo, como una respuesta inherente de un corazón agradecido.
PERDÓN DE PECADOS
En el vs. 18 El Señor promete perdonar los pecados. Aunque creas haber cometido el más vil de los pecados (grana, rojo, sangre), ÉL TIENE EL PODER PARA BORRARLOS COMPLETAMENTE (tu corazón será transformado y será puro como la nieve o la lana).
En el vs. 19 El Señor nos da la receta para que las cosas marchen bien:
QUERER - supone una decisión.
Lo cierto es que Jesús siempre está a la puerta tocando..., pero no siempre nosotros queremos abrir. El abrir la puerta depende totalmente de nuestra voluntad y ciertamente, no de nuestras emociones. ENTONCES, sabiendo que la promesa es que recibiremos bendición (comeréis el bien de la tierra)...¿qué es lo que impide que abramos la puerta?
EXAMINEMOS ALGUNAS POSIBILIDADES
Miedo a perder el "control" de nuestra vida.
Temor a desprendernos de gentes y cosas que sabemos no agradan a Dios.
Miedo a enfrentarnos a nuestras familias y amistades.
Preocupación de lo que piensen los demás de nosotros. Después de todo...probáblemente "has pelado a los aleluyas"...y siempre dijiste que "en la iglesia había un chorro de hipócritas."
Probablemente todos estamos de acuerdo en que hay que obedecer y servir al Señor. Muchos inclusive sabemos lo que Él espera de nosotros...El problema es que parece que no encontramos el momento adecuado para obedecerle. SOMOS UNOS POSTERGADORES PROFESIONALES. Los jóvenes pueden pensar que si conocen a Jesús a corta edad quizás se cohiban de disfrutar la vida. Los adultos quieren servir al Señor pero en medio de tantas responsabilidades y demandas, a lo mejor no encuentran el suficiente tiempo para hacerlo ahora. El hombre y la mujer en la adultez madura piensan que no tienen las energías o la salud para servir al Señor "como Él se merece". En fin, siempre hay tantas justificaciones para postergar la decisión de conocerle y/o servirle. No tenemos problema en aplazar ese llamado que Dios nos está haciendo...pues estamos bajo la idea errónea de que SIEMPRE HABRÁ LA OPORTUNIDAD DE HACERLO UN POQUITO MÁS ADELANTE EN NUESTRA VIDA...La realidad es que nuestra vida no nos pertenece y tampoco tenemos control de todas nuestras circunstancias. No sabemos ni el día ni la hora en que todo nuestro mundo va a cambiar y entonces quizás, aún queriendo, no podamos servir a nuestro Dios.
POR OTRO LADO, en lo que todos estamos de acuerdo es en que deseamos estar satisfechos con nuestra vida y con nuestras circunstancias. Desde que se inventó la autoestima, todo el mundo quiere tenerla satisfecha (alta), desde que nos hablaron del derecho de ser felices, todos queremos serlo. QUE BIEN RECORDAMOS LO QUE DESEAMOS O A LO QUE CREEMOS TENER DERECHO...Y QUÉ DIFÍCIL SE NOS HACE ASUMIR LAS RESPONSABILIDADES Y PAGAR LAS CONSECUENCIAS DE NUESTRAS ACCIONES.
PARA QUE TODO TE SALGA BIEN -
Para que tu vida lleve fruto y todo te salga bien tienes que QUERER Y QUERER AHORA...es imperativo que primeramente aceptemos Su Señorío en nuestra vida. Nos arrepintamos de nuestros pecados y recibamos Su Perdón y Salvación. A eso tiene que seguirle someternos completamente a Su Perfecta Voluntad, sin protestar, sin postergar, sin tratar de negociar. En el lamentarse o pelear en contra de la voluntad de Dios se nos van las energías y el tiempo perfecto para recoger las promesas que Él nos ha dado. En ocasiones aplazamos tanto nuestra decisión que cuando finalmente nos sometemos a Dios, ya ha pasado el efecto y beneficio para nuestra vida o la vida de los demás. Recordamos al pueblo de Israel en Deuteronomio 1:21-34, cuando a pesar de la Presencia y Cuidados de Jehová se negaron a entrar en la tierra prometida.
Deuteronomio 1:21-35 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
21 Mira, Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes. 22 Y vinisteis a mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de nosotros que nos reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar. 23 Y el dicho me pareció bien; y tomé doce varones de entre vosotros, un varón por cada tribu. 24 Y se encaminaron, y subieron al monte, y llegaron hasta el valle de Escol, y reconocieron la tierra. 25 Y tomaron en sus manos del fruto del país, y nos lo trajeron, y nos dieron cuenta, y dijeron: Es buena la tierra que Jehová nuestro Dios nos da. 26 Sin embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios; 27 y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos. 28 ¿A dónde subiremos? Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazón, diciendo: Este pueblo es mayor y más alto que nosotros, las ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de Anac. 29 Entonces os dije: No temáis, ni tengáis miedo de ellos. 30 Jehová vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, él peleará por vosotros, conforme a todas las cosas que hizo por vosotros en Egipto delante de vuestros ojos. 31 Y en el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar. 32 Y aun con esto no creísteis a Jehová vuestro Dios, 33 quien iba delante de vosotros por el camino para reconoceros el lugar donde habíais de acampar, con fuego de noche para mostraros el camino por donde anduvieseis, y con nube de día. 34 Y oyó Jehová la voz de vuestras palabras, y se enojó, y juró diciendo: 35 No verá hombre alguno de estos, de esta mala generación, la buena tierra que juré que había de dar a vuestros padres,
Esto causó que solo dos personas pudieran entrar en esta promesa (vs. 34-35).
La respuesta a nuestros temores sigue siendo la misma que El Señor le dio al pueblo (vs. 29-30), "NO TEMÁIS, NI TENGÁIS MIEDO".
Si oyéreis (OIR) - tener la actitud de escuchar a Dios y estar dispuestos a obedecerlo. El próximo mandato para que las cosas nos salgan bien es que oigamos al Señor. El pueblo había oído los comentarios de otros que no habían hecho sino atemorizarlos. Qué fácil nos es escuchar a aquellos necios quienes dicen saber tanto, y qué difícil nos resulta escuchar y creerle a Dios.
En Su Misericordioso amor, Jehová le recordó al pueblo que como a un hijo le había escoltado y protegido durante su travesía a través del desierto. Hoy en día Él sigue ofreciéndonos Su sostén en tiempos de necesidad y provisión en tiempos de escasez. El Dios de Israel, ahora nuestro Dios por medio del sacrificio de Su hijo, todavía va delante de nosotros dándonos luz y calor en las noches y dirección durante el día. Nuestra respuesta entonces tiene que ser...¡Sí Señor estoy list@!
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