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  • Foto del escritor Liliana Méndez Ebra

¿A DÓNDE HUIRÉ DE TU PRESENCIA?


Basado en Salmo 139


Cuando era niña me gustaba ponerme la ropa de mi mamá. Sigilosamente le tomaba prestado sus lipsticks y me escondía debajo de la cama para pintarme. Invariablemente mi madre, cuyo radar estaba encendido 24/7, siempre acababa por encontrarme y se pueden imaginar lo que seguía, ya que mi madre no aprendió de sicología sino después de vieja.


En esos momentos en que me encontraba escondida siempre pensaba en volverme invisible para que mami no me encontrara. Demás está decir que eso nunca ocurrió.


Cuántas veces quisiéramos escondernos del mundo, de nuestras obligaciones, de nuestras presiones...de todo. Ser chiquitos otra vez, no tener que preocuparnos por ganar dinero, por llenar las expectativas de otros, por aparentar que todo está bien. ¿O es que no nos identificamos con la frase?..."yo me iría a la luna"


David, quién escribió este y otros 72 Salmos (de un total de 150), no fue la excepción. Un rey escogido por DIos, pero no por el pueblo. Un hombre que fue perseguido y traicionado, hasta por su propio hijo. Seguramente David también hubiese querido esconderse de todos y de todo. Pero sabemos, por la Palabra de Dios, que David, quien cometió grandes pecados, no trató de esconderse de Su Dios. De hecho, aún hoy nos referimos a él como "un hombre conforme al corazón de Dios".


Pero aún si quisiéramos, ¿adónde podríamos huir de la Presencia de Dios? ¿Y adónde podríamos huir de nosotros mismos? ¿Huiremos de nuestra consciencia? ¿Esconderemos nuestro rostro de Aquel que nos creó?


El Dios Creador que conoce la fórmula de nuestro perfecto cuerpo. Como dato curioso, hay 60 trillones de células, 160,000 kilómetros de fibra nerviosa, 96,000 kilómetros de vena para llevar sangre a todo el cuerpo, 250 huesos sin hablar de coyunturas, ligamentos y músculos.


¡TODA UNA OBRA MONUMENTAL...! Esa es la perfecta creación de Dios, la humanidad. ¡Qué pena que nos tengamos en tan poca estima! ¿Saben cuál es el valor de un cuerpo humano si sólo se consideran los elementos químicos que lo componen? Si pudiésemos extraer de un cuerpo humano todos sus componentes elementales: oxígeno, carbono, hidrógeno, calcio, fósforo, potasio,..., las cantidades obtenidas de un adulto de 176 libras sumarían más o menos $136.12. ¡UFF! Básicamente nada.


Algunas personas viven su vida como si supieran lo poco que vale el cuerpo. Sin embargo, la vida es preciosa y nosotros somos mucho más que la suma de todos los componentes químicos de nuestro cuerpo.


TOMEMOS EN CONSIDERACIÓN lo que descubrió el Salmista a través de sus experiencias con Dios. El Señor es Omnisciente y Omnipresente. ÉL SENCILLAMENTE ES Y ESTÁ. David, en su oración reconoce que El Señor conoce hasta los latidos de su corazón, sus anhelos y sus dudas. El versículo 3, nos recuerda que NADIE puede entendernos sino nuestro Creador. El vs. 5, ¡me vuela la cabeza...! no importa quién soy ni cómo soy, Él me proteje, "sobre mí tiene Su Mano". ¡MARAVILLOSO DIOS! Entonces...Si Él todo lo sabe, todo lo ve y todo lo conoce de mí...¿a dónde podría esconderme? MÁS IMPORTANTE QUE ÉSTO, ¿por qué querría yo huir de Dios?


En los próximos versículos (7-12) David procede a divagar acerca de los lugares en los que cualquiera podría huir de otro ser humano y concluye que no hay un lugar sobre la faz de la tierra que pueda ser suficientemente profundo y oscuro en donde Dios no pueda encontrarle. El vs. 13 resalta una de las razones para ésto. No solamente la naturaleza de Dios le hace ser Omnipresente y Omnisciente...Él nos conoce porque nos creó. Somos Su obra maestra. Del polvo a la perfección, de un cuerpo coordinado desde los cabellos en nuestra cabeza hasta los dedos de nuestros pies. PERO, si ésto no fuera suficiente, el vs. 14 nos recuerda que, a diferencia del resto de la perfecta creación, a nosotros nos dotó de Alma y Espíritu:


1 Tesalonicenses 5:23 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.


Los últimos versículos (23 y 24) me resultan verdaderamente impactantes, pues aunque David reconoce que Dios lo sabe todo acerca de él, es posible que él mismo no se conozca tan bien. EXAMÍNANE oh Dios, revélame si hay algo en mí que te ofende, que no te agrada y que me aparta de TÍ. Que yo reconozca TU GRANDEZA y como resultado, pueda experimentar TU GRACIA Y PERDÓN; TU PAZ Y TU PRESENCIA en mi vida.


Si hoy reconocemos que no podemos huir de Su Presencia. Si hoy aceptamos Su Amor a pesar de quiénes somos, y de lo que hayamos hecho; ¿por qué no correr hacia Aquél que nos creó; Aquél que nos sopló hálito de vida y que nos hizo a Su Imagen y Semejanza? ¿POR QUÉ no pedirle que nos ayude a ser todo lo que Él merece que seamos, todo lo que Él sabe que podemos ser EN CRISTO JESÚS? ¿Por qué no darnos a la tarea de descubrir, a través de Su Palabra, aquello que Le agrada y que Le hace sonreír? ENTONCES, en vez de pensar en huir de Él, en vez de angustiarnos por enfrentarnos a nuestro presente y futuro, buscaremos Su Mano y Su Dirección para juntos enfrentarnos a esta vida...de aquí a la Eternidad...

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